Hablando ante líderes pro-vida de 45 naciones, el Prefecto de la Signatura Apostólica (el más alto tribunal del Vaticano) también señaló que aquéllos que reconocen el escándalo causado por tales católicos disidentes públicos ayudan a la Iglesia a reparar una violación grave, pero sin embargo a menudo son ridiculizados por ello.
El arzobispo Burke destacó que “tanto los obispos como los fieles” deben ser obedientes al Magisterio – al que describió como la enseñanza de Cristo tal como es dictada por el sucesor de Pedro y los obispos en unión con él. Dijo que “cuando los pastores del rebaño son obedientes al Magisterio, confiado a su ejercicio, entonces seguramente los miembros del rebaño crecen en obediencia y actúan con Cristo en el camino de la salvación”. “Si el pastor no es obediente, el rebaño fácilmente da lugar a la confusión y al error”.
Burke, que también es miembro de la Congregación para los Obispos, agregó: “Un ejemplo más trágico de la falta de obediencia de la fe, también por parte de algunos obispos, fue la respuesta de muchos a la encíclica Humanae Vitae, del Papa Pablo VI, publicada el 25 de julio de 1968. La confusión que resultó ha llevado a muchos católicos a habituarse a pecar en lo que se refiere a la procreación y educación de la vida humana”.
La Humanae Vitae reiteró la antigua doctrina cristiana sobre la inmoralidad del uso de anticonceptivos artificiales. Sin embargo, después de su publicación, la encíclica fue repudiada por muchos dentro de la Iglesia Católica, incluyendo sacerdotes y obispos, quienes creían que la Iglesia debía cambiar sus puntos de vista sobre la anticoncepción.
Volviendo al tema del escándalo dentro de la Iglesia, el arzobispo dijo: “Encontramos auto-proclamados católicos, por ejemplo, que mantienen y apoyan el derecho de la mujer para procurar la muerte del bebé en su vientre, o el derecho de dos personas del mismo sexo al reconocimiento que el Estado da a un hombre y una mujer que han contraído matrimonio. No es posible ser un católico practicante y comportarse públicamente de esta manera”.
Burke fue aplaudido rotundamente, cuando dijo: “si una persona ha apoyado públicamente actos gravemente pecaminosos y ha cooperado con ellos, llevando a muchos a la confusión y al error acerca de cuestiones fundamentales de respeto a la vida humana y a la integridad del matrimonio y la familia, su arrepentimiento respecto a tales acciones debe ser público”.
A continuación, el Prefecto de la Signatura Apostólica expresó la preocupación que tocó una fibra profunda en muchos de los activistas católicos pro-vida presentes en la conferencia. Dijo que “una de las ironías de la situación actual es que la persona que experimenta el escándalo de las acciones públicas gravemente pecaminosas de un hombre católico es acusado de falta de caridad y de causar división dentro de la unidad de la Iglesia”. “Se ve actuar la mano del Padre de la mentira en la indiferencia ante la situación de escándalo o en la ridiculización e inclusive en la censura de aquéllos que experimentan el escándalo”.
El prelado del Vaticano concluyó su argumentación afirmando:
Sin embargo, mentir o no decir la verdad nunca es un signo de caridad. Una unidad que no se funda en la verdad de la ley moral no es la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia se funda en la proclamación de la verdad con amor. La persona que experimenta escándalo en las acciones públicas de los católicos, acciones que son gravemente contrarias a la ley moral, no sólo no destruye la unidad sino que invita a la Iglesia a reparar lo que es claramente una violación grave en la vida de ella. Si él no se escandalizara a causa del apoyo público a los ataques contra la vida humana y la familia, su conciencia estaría desinformada o apagada acerca de las realidades más sagradas.
Se puede leer aquí el texto completo, en inglés, de la disertación del arzobispo.
Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/ldn/2010/oct/10101504.html