quinta-feira, 27 de fevereiro de 2014
Grande Balbúrdia na Igreja - por Nuno Serras Pereira
domingo, 15 de setembro de 2013
A Defense of Thomistic Natural Law - by Howard P. Kainz, Ph.D.
cannot be contradicted by any other law, and is not liable either to derogation or abrogation. Neither the senate nor the people can give us any dispensation for not obeying this universal law of justice. It needs no other expositor and interpreter than our own conscience. It is not one thing at Rome, and another at Athens; one thing today and another tomorrow, but in all times and nations this universal law must for ever reign, eternal and imperishable. It is the sovereign master and emperor of all beings. God himself is its author, its promulgator, its enforcer.
The order of precepts of the natural law exists according to the order of natural inclinations … (1) Every substance seeks the preservation of its own being, according to its nature: and by reason of this inclination, whatever is a means of preserving human life, and of warding off its obstacles, belongs to the natural law … (2) Those things are said to belong to the natural law, which nature has taught to all animals, such as sexual intercourse, education of offspring and so forth … (3) Man has a natural inclination to know the truth about God, and to live in society: and in this respect, whatever pertains to this inclination belongs to the natural law; for instance, to shun ignorance, to avoid offending those among whom one has to live, and other such things regarding the above inclination.
Man is (as it were) an individual entity, and as such has an inclination to preserve his own being, and to safeguard his own welfare; he is also a being corruptible – that is to say, mortal – and as such is inclined towards the preservation of the species, and towards the actions necessary to that end; and finally, he is a rational being, and as such is suited for immortality, for spiritual perfection, and for communication with God, and social intercourse with rational creatures. Hence, the natural law brings man to perfection, with regard to every one of his tendencies and, in this capacity, it contains various precepts – for example, precepts of temperance and of fortitude, relating to the first tendency mentioned above; those of chastity and prudence, relating to the second tendency; and those of religion, justice and so forth, relating to the third tendency.
{Morality} consists not in any matter of fact which can be discovered by the understanding … Can there be any difficulty in proving that vice and virtue are not matters of fact, whose existence we can infer by reason? … {However,} in every system of morality which I have hitherto met with … the author proceeds for some time in the ordinary way of reasoning, and establishes the being of a God, or makes observations concerning human affairs; when of a sudden I am surpriz’d to find that, instead of … Is, and Is not, I meet with … ought, or an ought not… This ought, or ought not … should be observ’d and explain’d… A reason should be given … how this new relation can be a deduction from others, which are entirely different from it.
See if you can find that matter of fact, or real existence, which you call vice. In which-ever way you take it, you find only certain passions, motives, volitions, and thoughts. There is no other matter of fact in the case. The vice entirely escapes you, as long as you consider the object. You never can find it, till you turn your reflection into your own breast, and find a sentiment of disapprobation, which arises in you, towards this action. Here is a matter of fact; but `tis the object of feeling, not of reason. It lies in yourself, not in the object. The fact that we feel a strong repugnance against murder leads us to conclude that murder is wrong.
{Hume’s} insistence on the original constitution or fabric of human nature suggests that this nature is in some sense the foundation of morality or, in other words, that there is a natural law which is promulgated by reason apprehending human nature in its teleological and dynamic aspect.
What, in the last analysis, makes sense of the conditions of the marital enterprise, its stability and exclusiveness, is not the worthy and delightful sentiments of love and affection which invite one to marry, but the desire for and demands of a procreative community, a family. Some sexual acts are (as types of choice) always wrong because of an inadequate response, or direct closure, to the basic procreative value that they put in question.
The principal bearer of an explicit theory about natural law happens, in our civilization, to have been the Roman Catholic Church … That Church has stringently elaborated the implications of the seventh requirement {of the sixth value – namely, that practical reasonableness should embody respect for every basic value in every act}, as those implications concern the basic values of life (including the procreative transmission of life), truth (including truth in communication), and religion. And it has formulated those implications in strict negative principle, such as those declaring wrongful any killing of the innocent, any anti-procreative sexual acts, and lying and blasphemy.
terça-feira, 14 de agosto de 2012
Algumas dicas sobre a Fé - por Nuno Serras Pereira
sexta-feira, 20 de julho de 2012
Human Nature and Aquinas’ Taxonomy of Sexual Sins - by
quarta-feira, 7 de dezembro de 2011
De budista a tomista: la conversión al catolicismo del filósofo Paul Williams
In Religión en Libertad
En la revista budista inglesa Dharmalife no escondían su perplejidad: "Williams es uno de los principales estudiosos británicos del budismo y un budista practicante de muchos años. De hecho, su libro El Budismo Mahayana es una joya de claridad y visión. ¡Qué sorprendente fue escuchar hace dos años que había decidido ser católico. [...] ¡Catolicismo! He tendido a asumir que mientras el budismo es una opción vital y espiritual para la gente moderna, el catolicismo pertenece a un pasado problemático. Mi visión del catolicismo está influida por los testimonios de amigos ex-católicos, sobre los efectos debilitadores de la culpa, su búsqueda de bases emocionales saludables para sus vidas... ¿Cómo podría una persona inteligente y bien informada tomar tal opción?", se pregunta el crítico de la revista.
Williams lo ha explicado en su libro "Unexpected Way", de 2002, y en algunas entrevistas y testimonios escritos.
Juventud anglicana tibia
Paul Williams nació en 1950. La familia de su madre no era religiosa, aunque después de su conversión descubrió que tenía una bisabuela católica. La familia de su padre era tibiamente anglicana. Siendo muy joven, Paul se sumó al coro de la parroquia anglicana porque le gustaba cantar. Fue confirmado en su adolescencia por el obispo anglicano de Dover y aún con 18 años recuerda haber ido a comulgar alguna vez. Pero ni tenía una relación cercana con Cristo ni recibió formación.
Su hermano trajo de la biblioteca un libro sobre yoga, y con él Williams se aficionó a la cultura oriental en los muy alternativos años 60. "Estuve implicado en el estilo de vida y las cosas que los adolescentes hacen. Al acercarse los exámenes públicos dejé el coro, dejé de servir en la iglesia, perdí el contacto con ella, me dejé el pelo largo y me vestía raro".
Meditación y budismo
Estudiando en la Universidad de Sussex se especializó en filosofía india y después en budismo. Aunque había leído algo de Santo Tomás de Aquino y le parecía admirable, pronto se olvidó de él. "Por un tiempo acudí a la Meditación Trascendental de Maharishi Mahesh Yogui, pero lo dejé porque me disgustaba su superficialidad y me parecía que distorsionaba la tradición india", escribe en su libro.
Hacia 1973 ya lo tenía claro: había estudiado tanto el budismo que veía el mundo con categorías budistas, le parecían coherentes, Dios era innecesario y se consideró ya budista. Se "refugió" formalmente como budista en la tradición tibetana Dgelugspa, la del Dalai Lama. Siendo profesor en la Universidad de Bristol creó su propio círculo de budistas.
Practicaba la meditación, daba charlas en encuentros budistas, aparecía en debates televisivos como budista tibetano y participó en debates públicos con el católico disidente Hans Küng y el catalán orientalista Raimon Panikkar.
Lo que atraía del budismo
"Me interesaba la filosofía, pero también la meditación y el exótico Oriente. Muchos de nosotros encontrábamos el budismo interesante, al principio, porque parecía mucho más racional que las alternativas, y a la vez mucho más exótico. Los budistas no creen en Dios. O mejor, no parecía haber razones para creer en Dios y la existencia del mal era para nosotros un argumento positivo en su contra. Los que habíamos crecido como cristianos estábamos hartos de defender a Dios en un mundo hostil, lleno de detractores. En el budismo uno tiene un sistema de moralidad, espiritualidad y filosofía inemnsamente sofisticado (y exótico), que no necesita a Dios para nada", explica Williams.
Años después, al convertirse al catolicismo, el filósofo siguió reflexionando y escribió: "Si miramos cómo son los budistas de Occidente, el llamado Budismo Occidental, lo que encontramos con regularidad es una forma de cristianismo en la que han quitado las partes que los cristianos post-cristianos encuentran más difíciles de aceptar".
Williams incluso conoció un líder llamado Sthaira Sangharakshita que proponía a los budistas de pasado cristiano practicar la "blasfemia terapéutica", para lograr desapegarse de su trasfondo cristiano, insultando cosas consideradas santas en su cultura. A Williams esta idea le parecía una barbaridad.
El problema de la reencarnación
El budismo en Occidente se presenta sobre todo como técnicas para vivir experiencias positivas: paz, armonía, relajación... Pero a medida que Williams veía el paso de los años, como filósofo no podía evitar hacerse preguntas, y entre ellas: ¿qué pasa después de la muerte? Hay budistas que prefieren no pensar en el tema, y consideran que es "Mara", una "ilusión", una distracción, un tema en el que no vale la pena pensar, pero ¿puede un filósofo dejar de preguntarse?
"Los budistas creen en el renacimiento, es decir, la reencarnación, como suele llamarse. No hay un inicio en la serie de vidas renacidas: todos hemos renacido infinitas veces, no hay principio ni se necesita un Dios que lo inicie", explica.
Williams recuerda que en la época de los primeros cristianos las creencias a favor del renacimiento estaban muy difundidas en Grecia y Roma, pero el cristianismo nunca las aceptó. "Y por buenas razones: si el renacimiento es cierto, nosotros no tenemos ninguna esperanza".
¿Qué hay de mí en una cucaracha?
Imaginemos que vamos a ser ejecutados sin dolor mañana por la mañana, pero sabemos con toda seguridad que después renaceremos como una cucaracha. "Te acostumbrarás, no es tan malo, ser cucaracha no es como la nada o el gran vacío, es una vida, seguirás vivo... Pero ¿por qué nada de eso nos consuela?", plantea Williams.
Más específico aún: "No pido que imaginéis que despertáis dentro del cuerpo de una cucaracha, como en La Metamorfosis de Kafka. Serías una cucaracha, ¿y quién sabe cuales son los sueños o imaginaciones de una cucaracha?"
"Lo terrorífico de ser ejecutado al alba y renacer como cucaracha es que, simplemente, eso sería mi fin. No puedo imaginar cómo es renacer como cucaracha porque ¡no hay nada que imaginar! Simplemente, no habría nada de mí ahí. Si el renacimiento es cierto, ni yo ni mis seres queridos sobrevivimos a la muerte. El yo, la persona real que soy, mi historia, se acaba. Quizá haya otro ser vivo con algún tipo de conexión causal con la vida que yo fui, alguien influido por mi karma, pero yo ya no estoy".
"A nivel cotidiano, los budistas tienden a oscurecer este hecho -que yo desaparezco del todo con la muerte- cuando hablan de ´mi renacer´ o de ´preocuparse por tus vidas futuras´, pero en realidad cualquier renacer -como una cucaracha sudamericana- no sería ´yo mismo´, y por lo tanto cabe preguntarse por qué he de preocuparme por mis renaceres futuros".
Iluminación, sí... pero ¿quién la consigue?
Para escapar del ciclo de las reencarnaciones, el budismo enseña que es posible alcanzar la iluminación, el nirvana, una absoluta perfección y desapego en esta vida. Cuando uno tiene 20 años puede pensar que con mucho esfuerzo lo conseguirá. Pero Williams, con más de 20 años de intensa práctica budista y meditativa lo tenía claro: "Es evidente que no voy a conseguir la iluminación en esta vida. Todos los budistas tenderán a decir eso mismo de todo el mundo. La iluminación es un logro extremadamente raro y supremo, para héroes espirituales, no para nosotros, no para gente como yo. Así que yo, y mis amigos y familiares, no tenemos esperanza".
Karma: pagar por tus otras vidas... que no eras tú
Williams explica rápidamente la teoría del karma: algunos males y algunos bienes que experimentas, son consecuencia de lo que hiciste en una vida pasada. Pero ¿en qué sentido se puede decir que el dictador cruel y maligno que fuiste en otra vida eras tú? "La idea de que un bebé sufre una dolorosa enfermedad por algo que hizo otra persona, incluso si el bebé es de alguna manera un renacimiento de esa persona, no puede verse como satisfactorio. No puede decirse, como alguno ha hecho, que sea la respuesta más aceptable al problema del mal. El bebé no es quien hizo los hechos malvados, igual que yo no soy una cucaracha tras mi ejecución".
El cristianismo ofrece esperanza
"El budismo no tenía esperanza para mí. Los cristianos sí tienen esperanza. Así que quise ser capaz de llegar a ser cristiano. Volví a examinar las cosas que había rechazado en mi juventud. Me di cuenta que es racional creer en Dios, tan racional -hoy pienso que más racional- que creer, con los budistas, que no hay Dios".
Examinó la clave de la propuesta cristiana: que Jesús había resucitado. "Me asombró descubrir que la resurrección literal de Cristo de entre los muertos tras su crucifixión es la explicación más racional de lo sucedido. Eso hacía del cristianismo la opción más racional de las religiones teístas, y como cristiano consideré que debía dar prioridad a la Iglesia Católica. En mi libro analizo varios argumentos que me dieron para no hacerme católico y explico cómo no consiguieron disuadirme".
"El cristianismo es la religión del valor infinito de cada persona. Cada persona es una creación individual de Dios, y como tal Dios la ama y valora infinitamente. En esto se basa toda la moral cristiana, desde el valor de la familia al altruismo y el sacrificio de los santos. Por ser infinitamente valiosos es por lo que Jesús murió por nosotros, para salvarnos a cada uno. Y somos las personas que somos, con nuestras historias, amigos y parientes.Nuestra fe es que en Dios nuestras muertes tendrán significado para cada uno de nosotros, de formas que exceden nuestra imaginación pero que incluso ahora ya excitan nuestra esperanza y alimentan nuestras vidas".
Hoy Paul Williams es laico dominico y un gran admirador de Santo Tomás de Aquino. Lamenta que a veces, en encuentros ecuménicos o análisis de religión comparada, se haga el contraste entre los místicos cristianos de lenguaje sencillo (como San Juan de la Cruz) con teóricos budistas muy elaborados, con un discurso muy intelectualizado que hacen parecer al místico cristiano una versión simple de una filosofía compleja. Williams considera que esos autores budistas deben contrastarse más bien con autores sistemáticos como Santo Tomás. Sigue siendo, en todos los sentidos, profesor y especialista en budismo.
sexta-feira, 12 de agosto de 2011
Fallece a los 97 años sacerdote jesuita padre del lenguaje informático
El 9 de agosto falleció en Italia el sacerdote jesuita y padre del lenguaje informático, P. Roberto Busa, que es además el compilador del Index Thomisticus, la gran obra que reúne todos los trabajos de Santo Tomás de Aquino.
El periodista Stefano Lorenzetto escribe en el diario vaticano L’Osservatore Romano (LOR) que "si existe una santidad tecnológica, creo haber tenido el privilegio de encontrarla: tenía el rostro del Padre Busa".
Este sacerdote, señala, fue un gran lingüista, filósofo e informático. "Si navegas en Internet, se lo debes a él, si pasas de un sitio a otro haciendo clic con los enlaces marcados en azul, se lo debes a él. Si usas el PC para escribir mails y documentos de texto, se los debes a él", afirma.
Lorenzetto recuerda luego que en 1949, habiendo compilado las nueve millones de palabras de las obras de Santo Tomás, el P. Busa fue a buscar al fundador de IBM, Thomas Watson, quien le dijo que las grandes máquinas de ese entonces no podían relacionar estos contenidos.
El sacerdote insistió usando para ello el lema de IBM "lo difícil lo hacemos rápido y lo imposible nos toma un poco más de tiempo", a lo que Watson respondió: "está bien Padre, Lo probaremos. Pero con una condición: Prométame que usted no cambiará IBM, siglas de International Business Machines a International Busa Machines".
De este desafío nació el hipertexto, nombre acuñado por Ted Nelson en 1965, cuyo precursor fue el P. Busa poco más de 15 años antes.
Al Padre Busa, recuerda LOR, le tomó un millón ochocientos mil horas de trabajo compilar los 118 libros de Santo Tomás y otros 61 autores al respecto, viajando además entre Pisa, Boulder (Colorado, Estados Unidos) y Venecia.
Profesor de filosofía de Santo Tomás de Aquino, el sacerdote jesuita que conocía el latín, griego, hebreo, francés, inglés, alemán y español, "no pronunciaba una palabra que fuese superflua o que fuera pronunciada en vano", señala Lorenzetto.
Finalmente el autor de la nota de LOR señala que el P. Busa era consciente que el lenguaje informático tenía su origen en la inteligencia humana, que era un reflejo del poder creador de Dios, "autor y productor del cosmos", sobre quien "los Evangelios nos aseguran que hace dos mil años descendió del cielo".
Roberto Busa nació el 28 de noviembre de 1913 en Vicenza, Italia. Ingresó al seminario en 1928. Entró a la Compañía de Jesús en 1933 y fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1940.
Estudió filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana en donde hizo la tesis sobre "La terminología tomística de la interioridad" publicada en Milán en 1949.
Su obra más importante es el Index Thomisticus. Sancti Thomae Aquinatis operum omnium indices et concordantiae compuesto por 56 volúmenes de casi mil páginas cada uno. En 1990 su obra se convirtió en un CD-ROM y luego en un DVD.