La mujer acudió con su hermano, párroco en Trento, a una audiencia con Juan Pablo II. La enferma llevaba consigo una imagen del Cristo de la Divina Misericordia. El Papa le tocó la cabeza diciéndole: “Vamos a rezar”. A las pocas horas, resultó estar totalmente curada. No llegó a operarse.
Así lo cuenta el cardenal Stanislaw Dziwisz, actual arzobispo de Cracovia, en una entrevista publicada en la revista ‘Palabra’. Dziwisz añade que “gracias como ésta, hay bastantes”.
El arzobispo también recuerda que durante su primer año en el seminario, el entonces cardenal Wojtyla le dio clase; y durante las pausas entre clases, el futuro Papa se iba con frecuencia a rezar a la capilla. “Al salir de la capilla -dice Dziwisz- me daba la impresión de que regresaba de un encuentro en el que había ‘tocado’ el Misterio. Los seminaristas se daban cuenta, con gran naturalidad, y por eso se le acercaban. En él se transparentaba a Dios; y eso era lo que nosotros buscábamos”.