In Religión en Libertad
Una semana después de que el Vaticano respondiera al Gobierno irlandés por los casos de abusos sexuales a menores cometidos por eclesiásticos, el arzobispo Celso Morga, secretario de la Congregación para el Clero, recuerda a los obispos que «deben colaborar con las autoridades civiles».
Para este riojano de 63 años, «número dos» de la Congregación desde hace diez meses, la raíz de la pedofilia está, en parte, en la «ausencia de Dios».
– Dublín critica a la Congregación para el Clero en el informe donde pide explicaciones a la Santa Sede por los casos de abusos a menores y los errores cometidos en la gestión de éstos. ¿De dónde nace el problema?
– El Gobierno irlandés hizo una apreciación de la actuación de la Congregación para el Clero que no era del todo justa. Este dicasterio no ha querido impedir la puesta en práctica de las normas que se habían dado los obispos irlandeses para luchar contra los abusos. Sólo se les decía que, a la hora de seguir ese cuadro básico de normas, cuando imponen las penas, debían tener en cuenta el derecho canónico.
– ¿Debe un obispo denunciar a las autoridades civiles a un sacerdote que haya cometido estos delitos? ¿Está obligado a hacerlo?
- El obispo debe colaborar con las autoridades civiles, ateniéndose y respetando la legislación civil del país, pero sin olvidar tampoco que hay dos ordenamientos jurídicos independientes.
– ¿Qué significa la premisa de «tolerancia cero» con los abusos sexuales a menores defendida por el Papa?
– «Tolerancia cero» significa condenar y lamentar profundamente los abusos sexuales cometidos sobre los menores y poner todos los medios pastorales y jurídicos a nuestro alcance para que no se repitan en la Iglesia. Por tanto, toda denuncia de abuso debe ser investigada por el obispo con total seriedad y prontitud, conforme a las normas canónicas, para apurar si hubo, o no delito y actuar en consecuencia. Si no lo hubo, con una declaración de inocencia; si lo hubo con la aplicación de las penas previstas, siempre en la verdad, la justicia y la caridad. La Iglesia ha vivido y vive este drama con profundo dolor, sintiéndose particularmente cercana a las víctimas y a sus familiares.
– ¿Cómo debe realizarse la formación afectiva de los seminaristas para evitar que cometan abusos en el futuro? ¿Ha de seguir trabajándose en este campo durante la formación permanente?
– Gran parte de este problema se juega en la formación de los futuros sacerdotes y en la formación permanente, sobre todo en el ámbito de la afectividad. Tenemos espléndidos documentos del Concilio y del post-concilio que indican claramente el camino para formar bien a los futuros sacerdotes y determinar la idoneidad de quien siente la llamada de Dios para ejercitar el ministerio sacerdotal. La formación, en el ámbito de la afectividad, debe ser humanamente equilibrada y sobrenaturalmente sostenida en una fe recia y bien formada. Quisiera subrayar dos indicaciones en lo que se refiere a la formación de los futuros sacerdotes: la primera, que el obispo debe nombrar como formadores del seminario a sus mejores sacerdotes y la segunda, que cuando un candidato no es aceptado por un seminario o casa religiosa, se debe extremar la prudencia y se deben seguir puntualmente las normas canónicas previstas para que pueda ser aceptado en otra diócesis o congregación religiosa.
– ¿Está en el celibato la raíz del problema?
–- A mí me parece que este problema, con razón, suscita particular escándalo en la opinión pública cuando de por medio se encuentra un sacerdote. La raíz del problema está en la profunda crisis de auténtica humanidad y de ausencia de Dios que estamos atravesando y que nos lleva, entre otras cosas, a un «pansexualismo» ya muchas veces señalado por quienes saben ver los acontecimientos humanos en profundidad.
Irlanda se retracta
Por otra parte, el Gobierno irlandés ha dejado a un lado la idea de obligar a que los sacerdotes revelen los casos de abusos a menores declarados durante el sacramento de la confesión.
El ministro de Justicia, Alan Shatter, ha confirmado que en el proyecto de ley que se prepara no habrá referencias al asunto. Tras la publicación en julio del informe sobre los casos de abusos en la diócesis de Cloyne, algunos barajaron que se regularía el secreto de confesión.
Para este riojano de 63 años, «número dos» de la Congregación desde hace diez meses, la raíz de la pedofilia está, en parte, en la «ausencia de Dios».
– Dublín critica a la Congregación para el Clero en el informe donde pide explicaciones a la Santa Sede por los casos de abusos a menores y los errores cometidos en la gestión de éstos. ¿De dónde nace el problema?
– El Gobierno irlandés hizo una apreciación de la actuación de la Congregación para el Clero que no era del todo justa. Este dicasterio no ha querido impedir la puesta en práctica de las normas que se habían dado los obispos irlandeses para luchar contra los abusos. Sólo se les decía que, a la hora de seguir ese cuadro básico de normas, cuando imponen las penas, debían tener en cuenta el derecho canónico.
– ¿Debe un obispo denunciar a las autoridades civiles a un sacerdote que haya cometido estos delitos? ¿Está obligado a hacerlo?
- El obispo debe colaborar con las autoridades civiles, ateniéndose y respetando la legislación civil del país, pero sin olvidar tampoco que hay dos ordenamientos jurídicos independientes.
– ¿Qué significa la premisa de «tolerancia cero» con los abusos sexuales a menores defendida por el Papa?
– «Tolerancia cero» significa condenar y lamentar profundamente los abusos sexuales cometidos sobre los menores y poner todos los medios pastorales y jurídicos a nuestro alcance para que no se repitan en la Iglesia. Por tanto, toda denuncia de abuso debe ser investigada por el obispo con total seriedad y prontitud, conforme a las normas canónicas, para apurar si hubo, o no delito y actuar en consecuencia. Si no lo hubo, con una declaración de inocencia; si lo hubo con la aplicación de las penas previstas, siempre en la verdad, la justicia y la caridad. La Iglesia ha vivido y vive este drama con profundo dolor, sintiéndose particularmente cercana a las víctimas y a sus familiares.
– ¿Cómo debe realizarse la formación afectiva de los seminaristas para evitar que cometan abusos en el futuro? ¿Ha de seguir trabajándose en este campo durante la formación permanente?
– Gran parte de este problema se juega en la formación de los futuros sacerdotes y en la formación permanente, sobre todo en el ámbito de la afectividad. Tenemos espléndidos documentos del Concilio y del post-concilio que indican claramente el camino para formar bien a los futuros sacerdotes y determinar la idoneidad de quien siente la llamada de Dios para ejercitar el ministerio sacerdotal. La formación, en el ámbito de la afectividad, debe ser humanamente equilibrada y sobrenaturalmente sostenida en una fe recia y bien formada. Quisiera subrayar dos indicaciones en lo que se refiere a la formación de los futuros sacerdotes: la primera, que el obispo debe nombrar como formadores del seminario a sus mejores sacerdotes y la segunda, que cuando un candidato no es aceptado por un seminario o casa religiosa, se debe extremar la prudencia y se deben seguir puntualmente las normas canónicas previstas para que pueda ser aceptado en otra diócesis o congregación religiosa.
– ¿Está en el celibato la raíz del problema?
–- A mí me parece que este problema, con razón, suscita particular escándalo en la opinión pública cuando de por medio se encuentra un sacerdote. La raíz del problema está en la profunda crisis de auténtica humanidad y de ausencia de Dios que estamos atravesando y que nos lleva, entre otras cosas, a un «pansexualismo» ya muchas veces señalado por quienes saben ver los acontecimientos humanos en profundidad.
Irlanda se retracta
Por otra parte, el Gobierno irlandés ha dejado a un lado la idea de obligar a que los sacerdotes revelen los casos de abusos a menores declarados durante el sacramento de la confesión.
El ministro de Justicia, Alan Shatter, ha confirmado que en el proyecto de ley que se prepara no habrá referencias al asunto. Tras la publicación en julio del informe sobre los casos de abusos en la diócesis de Cloyne, algunos barajaron que se regularía el secreto de confesión.