Durante siglos, los exégetas y
estudiosos de las Sagradas Escrituras se han tropezado con un misterio
sin aparente solución: los Evangelios sinópticos (San Mateo, San Marcos y
San Lucas) incluyen un relato de la institución de la Eucaristía, y sin embargo el de San Juan no,
a pesar de que dedica cinco capítulos -mucho más que los otros
evangelistas- a la Última Cena y al sermón de Nuestro Señor en ella.
Ahora parece que la solución ha sido encontrada o, al menos, una hipótesis verosímil. Sintetiza 35 años de estudios de monseñor Anthony La Femina, canonista y teólogo que trabajó durante años en el Pontificio Consejo para la Familia, y que ha escrito un libro, Eucharist and Covenant in John’s Last Supper Account [Eucaristía y Alianza en el relato de Juan de la Última Cena], reseñado por National Catholic Register. La legitimidad de la hipótesis viene avalada por el prólogo que presta a la obra el cardenal Raymond Burke, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y uno de los más leales representantes de la "línea Benedicto XVI" en la Curia.
La tesis de La Femina es que también San Juan relata la institución de la Eucaristía, pero de forma analógica en la acción de Jesús de lavar los pies a los apóstoles. San Juan "utiliza el recurso de la analogía para transmitir verdades sobre la Eucaristía que no son evidentes en otros relatos de la Última Cena", afirma.
Para demostrar este aserto recurre a un estudio filológico griego y hebreo y a las conclusiones de otros estudios que han precedido al suyo, sobre el sentido teológico de las ceremonias de alianza de Dios con su pueblo.
Según La Femina, el lavatorio incluye en el Evangelio de San Juan idénticas circunstancias, atributos y efectos que la Eucaristía en los sinópticos, incluida la orden de repetir la acción, signo de la muerte de Jesús, así como el entorno físico y teológico, el orden de los hechos y la secuencia de las palabras.
En su opinión, todo el relato de San Juan de la Última Cena remite a las tradiciones del Antiguo Testamento para el establecimiento de una alianza y eran reconocibles por los contemporáneos de Jesús. La Femina estudia esa correspondencia versículo a versículo.
Hay una continuidad, pues, entre la Antigua Alianza y la Nueva Alianza, y en ese contexto el mandamiento nuevo ("amaos los unos a los otros como yo os he amado") tiene una implicación eucarística directa: "Además de ser apostólico, el mandamiento nuevo es esencialmente eucarístico: no sólo supone la alianza cristiana con el Padre en la vida y actividad del Hijo, sino también la unión con la vida y actividad de Jesús en el seno del sacrificio eucarístico", concluye La Femina.
La idea de que, mediante el lavatorio de pies, San Juan pretende iluminar la naturaleza de la Nueva Alianza instituida por la Eucaristía, y lo que esto signfica (a través del mandamiento del amor) para todos los cristianos, es "sorprendente", subraya la editorial dominica que ha publicado el libro; es "atractiva e innovadora, pero absolutamente compatible con la doctrina católica", según el prestigioso teólogo dominico Aidan Nichols, profesor en Oxford y Cambridge y autor en 1988 de un estudio sobre la teología de Joseph Ratzinger; y es "un regalo para la Iglesia", en palabras
del cardenal Burke. Toda una invitación para la reflexión escriturística y teológica de los especialistas.
Ahora parece que la solución ha sido encontrada o, al menos, una hipótesis verosímil. Sintetiza 35 años de estudios de monseñor Anthony La Femina, canonista y teólogo que trabajó durante años en el Pontificio Consejo para la Familia, y que ha escrito un libro, Eucharist and Covenant in John’s Last Supper Account [Eucaristía y Alianza en el relato de Juan de la Última Cena], reseñado por National Catholic Register. La legitimidad de la hipótesis viene avalada por el prólogo que presta a la obra el cardenal Raymond Burke, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y uno de los más leales representantes de la "línea Benedicto XVI" en la Curia.
La tesis de La Femina es que también San Juan relata la institución de la Eucaristía, pero de forma analógica en la acción de Jesús de lavar los pies a los apóstoles. San Juan "utiliza el recurso de la analogía para transmitir verdades sobre la Eucaristía que no son evidentes en otros relatos de la Última Cena", afirma.
Para demostrar este aserto recurre a un estudio filológico griego y hebreo y a las conclusiones de otros estudios que han precedido al suyo, sobre el sentido teológico de las ceremonias de alianza de Dios con su pueblo.
Según La Femina, el lavatorio incluye en el Evangelio de San Juan idénticas circunstancias, atributos y efectos que la Eucaristía en los sinópticos, incluida la orden de repetir la acción, signo de la muerte de Jesús, así como el entorno físico y teológico, el orden de los hechos y la secuencia de las palabras.
En su opinión, todo el relato de San Juan de la Última Cena remite a las tradiciones del Antiguo Testamento para el establecimiento de una alianza y eran reconocibles por los contemporáneos de Jesús. La Femina estudia esa correspondencia versículo a versículo.
Hay una continuidad, pues, entre la Antigua Alianza y la Nueva Alianza, y en ese contexto el mandamiento nuevo ("amaos los unos a los otros como yo os he amado") tiene una implicación eucarística directa: "Además de ser apostólico, el mandamiento nuevo es esencialmente eucarístico: no sólo supone la alianza cristiana con el Padre en la vida y actividad del Hijo, sino también la unión con la vida y actividad de Jesús en el seno del sacrificio eucarístico", concluye La Femina.
La idea de que, mediante el lavatorio de pies, San Juan pretende iluminar la naturaleza de la Nueva Alianza instituida por la Eucaristía, y lo que esto signfica (a través del mandamiento del amor) para todos los cristianos, es "sorprendente", subraya la editorial dominica que ha publicado el libro; es "atractiva e innovadora, pero absolutamente compatible con la doctrina católica", según el prestigioso teólogo dominico Aidan Nichols, profesor en Oxford y Cambridge y autor en 1988 de un estudio sobre la teología de Joseph Ratzinger; y es "un regalo para la Iglesia", en palabras
del cardenal Burke. Toda una invitación para la reflexión escriturística y teológica de los especialistas.