Nació en la ciudad italiana de Correggio
en 1955 y vivió su adolescencia en el ambiente del asociacionismo
católico. A pesar de su alejamiento del «catolicismo oficial» en su
juventud, la sensibilidad por el hecho religioso le acompañó durante
toda su vida. La religión se convirtió así en un motivo recurrente en su obra,
que emergía siempre entre líneas, como un «leitmotiv», entre la
soledad, el abandono y el vacío existencial de sus personajes. Según
Antonio Spadaro, el jesuita que ha estudiado con mayor profundidad la
obra de Tondelli, sus propias lecturas de literatura mística y otros
libros religiosos influyeron en toda su producción : así, Leo, el
protagonista de «Habitaciones separadas» «busca en la librería,
automáticamente, la Biblia». Después están los libros de la gran
corriente mística judía, la imitación de Cristo, los místicos
medievales, Santa Teresa de Lisieux: «Me fascina poder hojearlos,
buscar, leer historias, la idea de la santidad. Es, de algún modo, como
una manera de permanecer, aunque siempre unidos al sentido de una
búsqueda tan larga como la propia vida», reconocía Tondelli.
Ha sido definido como un escritor cristiano, aunque no «católico confesional». Él mismo proclamaba en 1989: «Creo que todo aquel que ha crecido en el seno de una religión tiene una religiosidad propia. Yo siempre he buscado no tanto hacer un discurso sobre la fe católica, sino expresar lo que es mi religiosidad -sin duda en el seno del cristianismo- que busca o que pone en tela de juicio sus propias posiciones, sobre todo en la confrontación con otros autores...».
Una clave del concepto de lo sagrado en Tondelli está, precisamente, ligada a su experiencia de la sexualidad. Sus personajes reflexionan sobre su propia «corporeidad», nunca entendida como simple erotismo.
Sexualidad y castidad
De nuevo Leo, de «Habitaciones separadas» afirma: «Si ha abandonado la práctica de la religión, a través de la cual ha aprendido a reconocer el mundo, lo ha hecho por la inconciabilidad entre su vida y su misticismo. Porque, en su búsqueda de Dios, arrastra no sólo su propia emotividad, sino también la sexualidad». Su mirada literaria alcanza también la castidad: «Es una virtud mística para todos aquellos que la han elegido, y quizá el uso más sobrehumano de la sexualidad», reconocía.
El itinerario de Tondelli ha sido definido como «el sufrido camino de un escritor hacia la redención», un recorrido plagado de cartas, citas y reflexiones como éstas: «Creo que quien ama a la vida no es el libertino, sino el monje, porque este último busca el absoluto». El regreso se completa en los últimos meses de su vida, cuando el sida se presenta como un nuevo motivo de sufrimiento y reflexión. Pocos días antes de morir, Tondelli leía la Carta de San Pablo a los Corintios. El texto está lleno de anotaciones, pero quizá la más luminosa es la que escribió, con mano temblorosa debido a sus problemas de la vista, poco antes de morir: «La literatura no salva, nunca. Sólo salva el Amor, la fe y la recaída de la Gracia». La última carta que recibió su amigo Fulvio tenía esta firma: «Tu hermano en Cristo. Pier».
Ha sido definido como un escritor cristiano, aunque no «católico confesional». Él mismo proclamaba en 1989: «Creo que todo aquel que ha crecido en el seno de una religión tiene una religiosidad propia. Yo siempre he buscado no tanto hacer un discurso sobre la fe católica, sino expresar lo que es mi religiosidad -sin duda en el seno del cristianismo- que busca o que pone en tela de juicio sus propias posiciones, sobre todo en la confrontación con otros autores...».
Una clave del concepto de lo sagrado en Tondelli está, precisamente, ligada a su experiencia de la sexualidad. Sus personajes reflexionan sobre su propia «corporeidad», nunca entendida como simple erotismo.
Sexualidad y castidad
De nuevo Leo, de «Habitaciones separadas» afirma: «Si ha abandonado la práctica de la religión, a través de la cual ha aprendido a reconocer el mundo, lo ha hecho por la inconciabilidad entre su vida y su misticismo. Porque, en su búsqueda de Dios, arrastra no sólo su propia emotividad, sino también la sexualidad». Su mirada literaria alcanza también la castidad: «Es una virtud mística para todos aquellos que la han elegido, y quizá el uso más sobrehumano de la sexualidad», reconocía.
El itinerario de Tondelli ha sido definido como «el sufrido camino de un escritor hacia la redención», un recorrido plagado de cartas, citas y reflexiones como éstas: «Creo que quien ama a la vida no es el libertino, sino el monje, porque este último busca el absoluto». El regreso se completa en los últimos meses de su vida, cuando el sida se presenta como un nuevo motivo de sufrimiento y reflexión. Pocos días antes de morir, Tondelli leía la Carta de San Pablo a los Corintios. El texto está lleno de anotaciones, pero quizá la más luminosa es la que escribió, con mano temblorosa debido a sus problemas de la vista, poco antes de morir: «La literatura no salva, nunca. Sólo salva el Amor, la fe y la recaída de la Gracia». La última carta que recibió su amigo Fulvio tenía esta firma: «Tu hermano en Cristo. Pier».