sábado, 3 de novembro de 2012

El valor de denunciar a los Adminiculus Antichristi, sin respetos humanos ni "corporativos"

In RL

Beato, el monje de Liébana, y Eterio, el obispo exiliado de Osma, ocupada por los moros, cuando combaten en su Apologética (a.d. 785) las deviaciones adopcionistas del hereje Elipando, a la sazón ocupando el Arzobispado de Toledo bajo los sarracenos, le llamarán "testículo del Anticristo" ["adminiculus Antichristi"],:


"Estos (los herejes) son los testículos del Anticristo, de cuyo semen es engendrada la pervesa prole que es copulada en la boca del Anticristo... Este Anticristo tiene tantos testículos cuantos son los predicadores de su iniquidad"
[Heterii et Sancti Beati ad Elipandum Epistola (Apologeticum) Obras, I, II, n. 96 ]



Y en función de su actitud de servicio a los cristianos Beato y Eterio explican lo grave que son los heresiarcas en los puestos de pastor y maestro, pues son los que generan las semillas de la herejía y los herejes ("testículos del Anticristo, de cuyo semen es engendrada la pervesa prole")

No existía "corporativismo" y los clérigos y las jerarquías sabían que su deber con Dios era proteger a los fieles, denunciando a los heresiarcas, incluso aunque éstos okuparan las diócesis más importantes.

No es de extrañar que los españoles de la alta Edad Media, disponiendo de estas armas espirituales e intelectuales, frente a toda lógica militar y logística, fueran capaces de liberarse de la ocupación islámica y sus aliados y cómplices herejes (se considera que una de las causas de la facilidad de la ocupación musulmana fue la herejía arriana y su antitrinitarismo que consideraba la doctrina agarena como análoga)

A todos nos vienen a la cabeza los  Elipandos de hoy, que desde sus posiciones privilegiadas, por acción o por omisión (la mayoría), siguen siendo generadores de "perversas proles" en el clero, el laicado, los centros de enseñanza y los media "católicos", etc...

Lo que es preocupante es que tenemos más dificultad cuando queremos recordar émulos actuales de Beato y Eterio, lo suficientemente valientes para pener negro sobre blanco (o en la ondas) denuncias sobre los actuales Elipandos.