Desgrabación
de la homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y
Primado de la Argentina, en la misa en honor del santo protector de las
embarazadas, San Ramón Nonato (31 de agosto de 2005)
Cuando uno escucha lo que
dice Jesús: Miren, “yo a ustedes los mando, los envío como ovejas en medio de
lobos”, dan ganas de preguntarle: “Señor ¿estás bromeando, o no tenés otro lugar
mejor donde mandarnos? Porque es un poco escalofriante lo que dice Jesús: “si
ustedes llevan mi mensaje adelante, los van a perseguir, los van a calumniar,
les van a meter trampas para entregarlos a los tribunales y que los maten. Pero
ustedes sigan adelante, por eso cuídense nos dice Jesús, y sean astutos, sean
vivos como la serpiente pero muy sencillos como las palomas”, juntar las dos
cosas.
El cristiano no se puede dar
el lujo de ser salame, está claro, de ser tonto, no nos podemos dar ese lujo,
porque llevamos un mensaje muy lindo de vida y no nos es permitido ser tontos,
por eso Jesús dice: “Sean astutos, cuídense”. ¿En qué consiste la astucia del
cristiano? En saber distinguir quién es lobo y quién es oveja. Y cuando en este
carnaval de la vida se nos disfraza un lobo de oveja, también saber olfatearlo,
“mirá, vos tendrás piel de oveja pero el olor que tenés es de lobo” y ésto,
este envío que nos da Jesús es para algo muy importante, es para algo muy
grande. Jesús nos dice una cosa que nos llama la atención, cuando alguien le
pregunta: “bueno ¿a qué viniste vos al mundo?“. “Mire, yo vine a traer vida y
que la vida sea en abundancia, yo los envío a ustedes para que lleven adelante
esa vida, y que sea abundante”.
Jesús no vino a traer
muerte, más aún, la muerte del odio, la muerte de las peleas, la muerte de la
calumnia, ese matar con la lengua. Jesús no vino a traer muerte, la muerte la
sufrió Él por defender la vida, Jesús vino a traer vida y esa vida abundante, y
nos envía llevando esa vida pero nos dice: “¡Cuidado!”, que hay gente que tiene
lo que hoy escuchamos, no está en el Evangelio, la cultura de la muerte. Es
decir que la vida le interesa tanto cuanto sirva, tanto cuanto le puede dar una
utilidad y si no, no interesa. Y en todo el mundo, prendido está este yuyo de la
cultura de la muerte.
Estaba leyendo un libro hace
un tiempo, donde estaba esta frase que a uno lo conmociona: “En el mundo de
hoy, lo más barato es la vida, lo que menos cuesta es la vida”. Por lo
tanto, lo más dejado de lado, lo más descartable.
Este viejo, esta vieja, no
sirven; descartados, los colgamos en el geriátrico como colgamos el sobretodo en
el verano, con tres bolitas de naftalina en el bolsillo y lo colgamos en el
geriátrico porque ya están descartables, no sirven.
Este chico que está en camino
molesta a la familia, “¡Uy! para qué, qué sé yo, descartémoslo y mandémoslo al
remitente”.
Eso es lo que nos predica la
cultura de la muerte.
Este chico que tengo en casa,
y bueno, no tengo tiempo para educarlo, que crezca solo como si fuera un yuyo
del campo, y este otro chico que no tiene qué comer, ni zapatillas para ir al
colegio, y bueno, lo siento mucho, pero yo no soy redentor de todo el mundo.
Así predica la cultura de la
muerte, no le interesa la vida, ¿qué es lo que interesa?, el egoísmo, interesa
sobrevivir uno, pero no dar vida, cuidar vida, ofrecer vida.
Hoy en este Santuario de la
Vida, en este día del Patrono de la Vida, Jesús nos vuelve a decir: ¡Cuidado!,
yo vine a traer vida y vida en abundancia, pero ¡cuidado!, van a estar rodeados
de lobos, van a estar ustedes para defender la vida, para cuidar la vida.
¡Cuidar la vida!, qué cosa
linda cuando uno ve, ¡qué sé yo! que un abuelo, una abuela, que quizás ya no
puede hablar, que está paralítico, y va el nieto o el hijo y le agarra la mano,
y en silencio lo acaricia nada más. Eso es cuidar la vida. Cuando uno ve gente
que se preocupa para que este chico pueda ir al colegio, para que el otro no le
falte la comida, eso es cuidar la vida.
¡Abrir el corazón a la vida!,
porque el egoísmo de la muerte, la cultura de la muerte egoísta, es como el yuyo
del campo, ese yuyo, la gramilla o la casia negra, o la cicuta, va creciendo, va
invadiendo y mata los árboles, mata los frutos, mata las flores, mata la vida.
La maleza. Acuérdense que una vez Jesús hablé de eso, dijo: “Cuando la semilla
que es vida, cae en medio de las malezas, las espinas la ahogan”, las espinas
del egoísmo, de las pasiones, del querer todo para uno. La vida es siempre dar,
darse, y cuesta cuidar la vida ¡vaya si cuesta!, cuesta lágrimas.
Qué lindo es cuidar la vida,
dejar crecer la vida, dar vida como Jesús, y darla abundantemente, no permitir
que ni uno de los más pequeños se pierda. Eso lo pidió Jesús al Padre: “que
ninguno de los que Vos me diste se pierda, que toda la vida que Vos me diste
para cuidar, sea cuidada, que no se pierda”, y nosotros cuidamos la vida, porque
Él cuida nuestra vida ya desde el seno materno. Lo tenemos en el lema de este
año: “Desde el seno materno fuiste nuestro protector”. Él nos cuida y nos
enseña eso.
Nosotros no cuidamos la vida.
Porque hay una orden ética de cuidar la vida, cuidamos simplemente la vida.
Jesús nos enseña a cuidar la vida porque es la imagen de Dios que es todo vida.
No podemos anunciar otra cosa que vida, y desde el principio hasta el final.
Todos debemos cuidar la vida, acariciar la vida, ternura, calidez. Eso es a lo
que hoy se nos llama y qué lindo.
Pero es un camino que está
lleno de lobos, y quizás por esto nos lleven a los tribunales, quizás por esto,
por cuidar la vida nos maten. Pensemos en los mártires cristianos. Los mataban
por predicar este Evangelio de vida, este Evangelio que trajo Jesús. Pero Jesús
nos da la fuerza. ¡Adelante! no sean tontos, acuérdense, un cristiano no puede
darse el lujo de ser tonto, no voy a repetir salame, tonto, no puede darse el
lujo, tiene que ser vivo tiene que ser astuto, llevar la cosa adelante.
Cuando uno habla de esas
cosas de la cultura de la vida, a la que estamos llamados, se siente la pena de
que en tantos corazones, y aun desde chicos, se le siembre la cultura de la
muerte. Se le siembre el egoísmo, se le siembre el “bueno y a mí que me importa
lo que le pasa al otro”, quién soy yo para cuidar al otro. Esa frase, ¿se
acuerdan quién la dijo primero? Caín. “¿Acaso soy yo el que tiene que cuidar a
mi hermano?”, Es frase de crimen, es frase de muerte, es una pena que a veces ya
de chicos crezcan en esta concepción, que se les inculque esta concepción
egoísta y se configure el hombre y la mujer, lo dije acá una vez y lo repito,
que le podemos poner como sobrenombre yo, me, mi, conmigo, para mi, todo para
uno, nada dar a otro, porque dar la vida es abrir el corazón, cuidar la vida
es des-hilvanarse en la ternura y la calidez hacia los otros, preocupar mi
corazón por los otros.
Hoy vamos a bendecir a los
mensajeros de la vida. Son los que van a llevar las imágenes de San Ramón Nonato
por las casas. Van a ir por las casas, y cada vez que llega la imagen a una
casa, no es para exclamar ¡ay qué lindo!, la tengo para mí. Si no que es para
recordarme que tengo que luchar por la vida, cuidar la vida, que no tiene que
haber un solo chico que no tenga derecho a nacer, que no tiene que haber un solo
chico que no tenga derecho a estar bien alimentado, que no tiene que haber un
solo chico que no tenga derecho de ir a la escuela. Cuántos chicos están
trabajando de cartoneros, los veo yo en el centro de Buenos Aires, no van a la
escuela, es que los explotan los padres. Y ¿quién provoca que los padres
exploten a los chicos?, la cultura de la muerte. Que no tiene que haber un solo
chico que no crezca, que no viva su adolescencia abierto a la vida, que no tiene
que haber ninguna persona adulta que no se preocupe por qué le falta al otro,
qué necesita otro para que tenga más vida, y que no haya un solo anciano
guardado, solo, tirado.
Cuidar la vida del principio
al final, qué cosa tan sencilla, qué cosa tan linda. Padre ¿y para eso hay
tantos lobos que nos quieren comer?, para eso, díganme ¿Jesús a quien mató?, a
nadie, hizo el bien y ¿cómo terminó? Si nosotros vamos por el camino de la vida
nos pueden pasar cosas feas, pero no importa, vale la pena, El abrió el camino
primero.
Así que, ¡adelante y no se
desanimen, cuiden la vida, que vale la pena! Que así sea.