Un caso reciente que ha retratado a los abortistas
es el que ha permitido la salvación de un niño con síndrome de Down a
quien sus padres habían decidido matar antes del nacimiento. (Como
sucede en el noventa por ciento de los casos, un auténtico genocidio
eugenésico a nivel mundial que en España podría cambiar si el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardon, cumple lo que anunció en el tramo inicial de la legislatura.)
Pero Thomas Vander Woude Jr., sacerdote en la parroquia de la Santísima Trinidad de Gainesville (Virginia, Estados Unidos), promovió una campaña para encontrar una pareja adoptante a ese ser humano que iba a morir. El caso había tenido trascendencia nacional porque se trataba de un embarazo de seis meses. Y había prisa, al acercarse el plazo legal que permite el aborto -en ese estadio, prácticamente un infanticidio- en esos casos.
Pero Thomas Vander Woude Jr., sacerdote en la parroquia de la Santísima Trinidad de Gainesville (Virginia, Estados Unidos), promovió una campaña para encontrar una pareja adoptante a ese ser humano que iba a morir. El caso había tenido trascendencia nacional porque se trataba de un embarazo de seis meses. Y había prisa, al acercarse el plazo legal que permite el aborto -en ese estadio, prácticamente un infanticidio- en esos casos.
Según relata LifeNews,
el padre Vander Woude visitó a los padres y les pidió un poco de tiempo
para encontrar el hogar adecuado. Y así fue. Recibió más de novecientas llamadas, inclusive de fuera de Estados Unidos, y finalmente fueron seleccionadas tres familias para el niño, que contactaron con los progenitores biológicos a través de una agencia de adopción.
Como es propio de quien milita en la "cultura de la muerte", los abortistas, en vez de celebrar el éxito de la operación, emprendieron una campaña contra el padre Vander Woude, acusándole de preocuparse más de los fetos que de los niños reales.
La historia de Thomas Vander Woude, Sr.
Pero ignoraban la historia de este sacerdote, quien había vivido en casa el respeto y el amor a quienes padecen esa u otra discapacidad. Y hasta un extremo poco común. Su padre, también llamado Thomas, de 66 años, murió en 2008 para salvar la vida de un hijo suyo, Joseph, que padece... síndrome de Down. El joven, de 20 años, es el hermano pequeño de los Vander Woude, y había caído en una fosa séptica. Thomas padre no dudó en lanzarse a ese pozo de infección y consiguió mantener a flote al chico por encima de su cabeza hasta que pudieron rescatarle. Él, sin embargo, no logró sobrevivir.
El mismo Thomas hijo celebró el funeral por su padre, quien hoy estará orgulloso de que, con esa campaña, haya logrado rescatar a otra persona cuya vida las leyes consideran de menor valor.
"Hace tres años y medio", contó en mayo de 2012 el padre Vander Woude, "me llamaron a urgencias para consolar a una familia que había perdido a su padre. También para consolar al hijo cuyo padre había muerto por salvarle. A los sacerdotes nos llaman con frecuencia a los hospitales, pero esta vez fue diferente. El padre era mi padre, y el hijo era mi hermano".
"La acción heroica de mi padre", añadía, "fue el cumplimiento de su vocación, porque todo marido y padre está llamado al sacrificio de su vida por su mujer y sus hijos. Su plenitud como hombre y la alegría de su vocación dependen de ello".
El padre Vander Woude utilizaba precisamente el ejemplo de su padre para recordar a los hombres esas obligaciones familiares: "Mucho más importante que las palabras de un padre a sus hijos es su ejemplo de entrega a su familia y a Dios. Cuando un padre habla de sacrificio por medio de sus acciones, el niño aprende la esencia de la humanidad".
Ejemplo de vida
Y fue el caso de su padre, quien, como explica, renunció a su carrera militar, por su continua movilidad, para instalarse cerca de donde hubiera buenas escuelas católicas donde formar a sus siete hijos. "Me influyó mucho en mi vocación y me enseñó a amar a Dios y al prójimo. Le vi rezar diariamente en misa y guiar el rosario familiar".
Y a la luz de la notoriedad pública que adqurió el gesto de su padre, el sacerdote concluye que, "incluso en nuestra cultura escéptica y egoísta, algo nos sacude en la historia de un padre que da la vida por su hijo: respalda que todo lo que sabemos ser cierto y es un reflejo del sacrificio de Jesucristo por nosotros".
Como es propio de quien milita en la "cultura de la muerte", los abortistas, en vez de celebrar el éxito de la operación, emprendieron una campaña contra el padre Vander Woude, acusándole de preocuparse más de los fetos que de los niños reales.
La historia de Thomas Vander Woude, Sr.
Pero ignoraban la historia de este sacerdote, quien había vivido en casa el respeto y el amor a quienes padecen esa u otra discapacidad. Y hasta un extremo poco común. Su padre, también llamado Thomas, de 66 años, murió en 2008 para salvar la vida de un hijo suyo, Joseph, que padece... síndrome de Down. El joven, de 20 años, es el hermano pequeño de los Vander Woude, y había caído en una fosa séptica. Thomas padre no dudó en lanzarse a ese pozo de infección y consiguió mantener a flote al chico por encima de su cabeza hasta que pudieron rescatarle. Él, sin embargo, no logró sobrevivir.
El mismo Thomas hijo celebró el funeral por su padre, quien hoy estará orgulloso de que, con esa campaña, haya logrado rescatar a otra persona cuya vida las leyes consideran de menor valor.
"Hace tres años y medio", contó en mayo de 2012 el padre Vander Woude, "me llamaron a urgencias para consolar a una familia que había perdido a su padre. También para consolar al hijo cuyo padre había muerto por salvarle. A los sacerdotes nos llaman con frecuencia a los hospitales, pero esta vez fue diferente. El padre era mi padre, y el hijo era mi hermano".
"La acción heroica de mi padre", añadía, "fue el cumplimiento de su vocación, porque todo marido y padre está llamado al sacrificio de su vida por su mujer y sus hijos. Su plenitud como hombre y la alegría de su vocación dependen de ello".
El padre Vander Woude utilizaba precisamente el ejemplo de su padre para recordar a los hombres esas obligaciones familiares: "Mucho más importante que las palabras de un padre a sus hijos es su ejemplo de entrega a su familia y a Dios. Cuando un padre habla de sacrificio por medio de sus acciones, el niño aprende la esencia de la humanidad".
Ejemplo de vida
Y fue el caso de su padre, quien, como explica, renunció a su carrera militar, por su continua movilidad, para instalarse cerca de donde hubiera buenas escuelas católicas donde formar a sus siete hijos. "Me influyó mucho en mi vocación y me enseñó a amar a Dios y al prójimo. Le vi rezar diariamente en misa y guiar el rosario familiar".
Y a la luz de la notoriedad pública que adqurió el gesto de su padre, el sacerdote concluye que, "incluso en nuestra cultura escéptica y egoísta, algo nos sacude en la historia de un padre que da la vida por su hijo: respalda que todo lo que sabemos ser cierto y es un reflejo del sacrificio de Jesucristo por nosotros".