Falta sólo la firma del gobernador Jerry
Brown y en California se aprobará una ley que permitirá a enfermeras y
comadronas practicar abortos en los tres primeros meses de embarazo,
algo que hasta ahora sólo estaba permitido a los médicos. La propuesta
de ley californiana, aprobada con una mayoría compacta de los
demócratas, no ha encontrado obstáculos y es difícil que Brown se niegue
a aprobarla.
Pero en Nueva York es distinto
Una ley similar ha sido propuesta en el Estado de Nueva York, apoyada por el gobernador Andrew Cuomo, que ha hablado del aborto como de un «derecho fundamental» y, por tanto, realizable en cualquier momento y por cualquier operador sanitario, aunque no sea médico.
Pero a pesar de la mayoría de los demócratas en la Cámara la ley no ha pasado. ¿Por qué?
Ha intentado responder Peter Jesserer Smith en el National Catholic Register, entrevistando a los líderes de los movimientos de oposición a la ley.
Carol Hogan, directora del proyecto pastoral e informativo de la Conferencia Episcopal de California, donde la nueva ley sobre el aborto está a punto de ser aprobada, ha confesado al Register que a pesar de tener «100.000 personas en nuestra network y centenares de email enviados no hemos ganado» porque lo que «ha prevalecido son las diferencias. Parte de los provida se han movilizado proponiendo cada uno la propia estrategia».
El factor unidad
En el Estado de Nueva York, en cambio, cuando en enero pasado Cuomo presentó su programa abortista, el cardenal y líder de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, Timothy Dolan, intervino contra la ley exhortando a los laicos a oponerse y pidiendo reiteradamente a los fieles que rezaran y educaran a los ciudadanos al valor de la vida.
Pero en Nueva York es distinto
Una ley similar ha sido propuesta en el Estado de Nueva York, apoyada por el gobernador Andrew Cuomo, que ha hablado del aborto como de un «derecho fundamental» y, por tanto, realizable en cualquier momento y por cualquier operador sanitario, aunque no sea médico.
Pero a pesar de la mayoría de los demócratas en la Cámara la ley no ha pasado. ¿Por qué?
Ha intentado responder Peter Jesserer Smith en el National Catholic Register, entrevistando a los líderes de los movimientos de oposición a la ley.
Carol Hogan, directora del proyecto pastoral e informativo de la Conferencia Episcopal de California, donde la nueva ley sobre el aborto está a punto de ser aprobada, ha confesado al Register que a pesar de tener «100.000 personas en nuestra network y centenares de email enviados no hemos ganado» porque lo que «ha prevalecido son las diferencias. Parte de los provida se han movilizado proponiendo cada uno la propia estrategia».
El factor unidad
En el Estado de Nueva York, en cambio, cuando en enero pasado Cuomo presentó su programa abortista, el cardenal y líder de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, Timothy Dolan, intervino contra la ley exhortando a los laicos a oponerse y pidiendo reiteradamente a los fieles que rezaran y educaran a los ciudadanos al valor de la vida.
Jason McGuire, director de la
organización evangélica New Yorkers for Constitutional Freedom
(Neoyorkinos por la Libertad Constitucional), propuso a la diócesis
católica y a los grupos provida unirse en un proyecto único, denominado New Yorkers for Life (Neoyorkinos por la Vida, www.newyorkersforlife.org),
para combatir la ley: «Esto nos ayudó a permanecer cohesionados para no
desperdigar las fuerzas», ha declarado al Register Kathleen Gallagher,
directora de Pro-Life Activities (Actividades Provida). «Ante el
objetivo común no nos hemos dejado dividir por las diferencias».
Desclericalizar la batalla
Esta estrategia ha impedido que la oposición a la nueva ley sobre al aborto se presentara como una batalla clerical. Así, cuando a finales de junio la ley no pasó al Senado, los obispos de la diócesis hablaron del «despertar de un gigante dormido», refiriéndose a la «inmensa mayoría de los habitantes de Nueva York» que «se ha descubierto asqueada por el aborto tardío».
(Traducción de Helena Faccia Serrano)
Desclericalizar la batalla
Esta estrategia ha impedido que la oposición a la nueva ley sobre al aborto se presentara como una batalla clerical. Así, cuando a finales de junio la ley no pasó al Senado, los obispos de la diócesis hablaron del «despertar de un gigante dormido», refiriéndose a la «inmensa mayoría de los habitantes de Nueva York» que «se ha descubierto asqueada por el aborto tardío».
(Traducción de Helena Faccia Serrano)