quinta-feira, 7 de junho de 2012

Las apariciones de la Virgen en Akita

En 1988, el entonces cardenal Joseph Ratzinger en calidad de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe impartió un juicio definitivo sobre los hechos de Akita, juzgándolos dignos de fe y fiables
Javier Garralda Alonso
Estos hechos extraordinarios empezaron en 1973 en la ciudad japonesa de Akita y fue protagonista una monja católica japonesa. La Virgen dio sólo tres mensajes, relativamente cortos, pero de gran trascendencia. En 1975 la estatua de la Virgen en la capilla de las religiosas empezó a verter lágrimas y esto se repitió 101 veces. Se cuenta con el testimonio de este hecho sorprendente y conmovedor por parte de más de 500 cristianos y no cristianos, incluido el alcalde budista de la villa.
En 1984, el obispo del lugar declaró los hechos como sobrenaturales y autorizó en toda la diócesis la veneración de la Santa Madre de Akita. En 1988, el entonces cardenal Joseph Ratzinger (hoy, nuestro Papa, Benedicto XVI), en su calidad de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, impartió un juicio definitivo sobre los hechos de Akita, juzgándolos dignos de fe y fiables. (El entonces cardenal observó que Akita es una continuación de los mensajes de Fátima).
Es natural que si las instancias supremas de la Iglesia consideran dignas de confianza estas apariciones busquemos, aunque sea brevemente, conocer lo más esencial de sus mensajes y de otros hechos extraordinarios relacionados. Ante todo, la Virgen nos habla de cuál ha de ser nuestra vida interior, pues lo que dice a esta religiosa, Sor Agnes Sasagawa, nos lo podemos aplicar todos. Así ora con ella en estos términos:
“Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Santa Eucaristía, te consagro mi cuerpo y alma para ser enteramente una con tu Corazón, sacrificado cada instante en todos los altares del mundo (...)”.
“Ruego que recibas esta humilde ofrenda de mi ser. Utilízame como quieras para gloria del Padre y la salvación de las almas”.
El día 28 de Junio de 1973, una llaga en forma de cruz apareció en la palma de la mano izquierda de Sor Agnes. La Virgen le dijo en su primer mensaje: “¿Te causa sufrimiento la herida de tu mano? Reza en reparación por los pecados de los hombres.”
¿Cuál es la causa del llanto de la Virgen?: Nos lo dice ella misma: “Pensar en la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza”. (Participa María de los acerbos dolores espirituales de su divino Hijo, contemplando la inutilidad de su infinito sufrimiento para tantos que no querrán acogerse a su misericordia insondable). Por otra parte ¿qué madre no lloraría viendo dirigirse a su hijo a un precipicio?
¿Cómo podemos consolarla?: Cooperando para que muchas almas se salven, uniendo nuestras penas y alegrías a las del Señor y a imagen de la Virgen ser corredentores con Cristo de nuestros hermanos “completando en nuestro cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo”. Nos dice la Virgen: “Que cada uno se esfuerce, según su capacidad y posición, en ofrecerse enteramente al Señor”.
Nos dice María: “Muchos hombres en este mundo afligen al Señor. Yo deseo almas que lo consuelen para suavizar la ira del Padre Celestial. Yo deseo, con mi Hijo, almas que reparen, con sus sufrimientos y pobreza, por los pecadores e ingratos”. “Oración, penitencia y sacrificios valientes pueden suavizar la cólera del Padre”.
Hablando humanamente, la ira del Padre pende sobre esta humanidad disoluta que se hunde, en gran parte, en todo tipo de pecados. Por eso la Virgen nos anuncia un terrible castigo si los hombres y mujeres no cambian. Este castigo podría evitarse si la humanidad deja la senda del mal y se convierte. Y podrá suavizarse y aplazarse si muchos fieles unidos a los dolores de Cristo y su santa Madre interceden por dicha humanidad.
Dice así nuestra Madre: “Si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. (...) Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes y fieles”. (Para los malos será castigo, para los buenos ocasión de merecer para sí y los demás con sus sufrimientos).
Mención aparte merece la profecía de la crisis en la Iglesia. Parece un eco de las palabras del Papa Pablo VI: “El humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia”.Y también un anuncio de las heridas a la unidad interior de la Iglesia, que recuerdan otros mensajes de otras apariciones: “La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia, de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados (...),”
En estos tiempos críticos nos llama la Virgen a la oración por sacerdotes, obispos y Papa. Y da alas a nuestra esperanza y confianza:
“Reza mucho la oración del Rosario. Sólo yo puedo salvarles de las calamidades que se acercan. Aquellos que ponen su confianza en mí se salvarán”.
(Información procedente de las “Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María”)