El conocido escritor Joseph Pearce explica para InfoCatólica la
necesidad que tiene nuestra época hedonista y relativista de una triple
apologética de la belleza, la verdad y la bondad. «Mientras la cultura
de la muerte se va suicidando en una orgía de autodestrucción, la
Iglesia y la cultura de la vida que representa se levantarán como un
fénix de las cenizas o, más apropiadamente como Cristo resucitado»,
explica Pearce, converso al catolicismo hace 23 años y coeditor de una
revista que incluye impactantes ejemplos de arte cristiano porque
«intenta ganar a las personas para la verdad del Catolicismo mostrando
su intrínseca belleza».
Joseph Pearce es un famoso escritor inglés afincado en los Estados
Unidos, como catedrático de Humanidades en la Universidad Tomás Moro de
New Hampshire. En su juventud, fue un ardiente defensor de ideologías de
tipo racista y anticatólico, hasta su conversión al catolicismo en
1989. Es autor de numerosos libros traducidos al castellano, en
particular biografías y estudios de grandes escritores católicos.
–En cierta ocasión, mencionó que se sentía llamado a la apologética de la Belleza. ¿Qué significa eso?
La apologética de la belleza es una de tres formas de defender la fe católica y llevar a las personas hacia la conversión. Las otras dos formas son la apologética de la bondad y la apologética de la verdad.
Expresan lo que los antiguos llamaban lo bueno, lo verdadero y lo
bello, que deberían ser vistos por los cristianos como un reflejo de la
naturaleza trinitaria de Dios.
La apologética de la bondad consiste en defender la fe y conseguir
conversiones a través de una vida de santidad y virtud. Es decir, ganar a
otras personas para Cristo y para su Iglesia llegando a ser santo. La
apologética de la verdad consiste en defender la fe y conseguir
conversiones a través del uso de la razón. La apologética de la verdad
lucha en los campos de batalla de la teología y la filosofía. La
apologética de la belleza consiste en ganar a otras personas
para Cristo y para su Iglesia mostrándoles la belleza de la creación de
Dios, a menudo a través de obras de sub-creación, como la literatura, las artes visuales, la música o la arquitectura.
En esta época hedonista y relativista en la que vivimos, la
apologética de la belleza resulta a menudo la forma más eficaz de ganar a
otras personas para la Fe. El hedonismo odia la santidad y la virtud y
desprecia el ejemplo de los santos. El relativismo rehúye la razón
objetiva, relegando la argumentación racional al nivel de la percepción
subjetiva y sometiendo la verdad a la mera opinión. El hedonismo no
responde a la apologética de la bondad, pero puede ser atraído por el
poder de la belleza. El relativismo no responde a la apologética de la verdad, pero puede responder a una epifanía de la belleza.
–Usted se convirtió al Catolicismo desde un agnosticismo
culturalmente protestante. ¿Le ayudó la apologética de la belleza en su
camino hacia la fe?
Mi camino hacia la conversión estuvo iluminado por las tres modalidades de apologética.
Yo admiraba mucho a los santos, como San Francisco de Asís, que se
desposó con la Dama Pobreza para unirse a Jesucristo. Por lo tanto, la
apologética de la bondad me llevó hacia la conversión. Leí los
argumentos filosóficos y teológicos a favor de la ortodoxia católica y
quedé convencido por ellos, en particular en las obras de Santo Tomás de
Aquino, San Agustín y otros escritores más recientes, como Karl Adam.
Así pues, también pude beneficiarme de la apologética de la verdad,
llegando a entender la interconexión inextricable de fe y razón. Al
mismo tiempo, también me sentía muy atraído por el edificante edificio de la civilización cristiana,
como las grandes obras de arte, música, arquitectura y, especialmente,
literatura, en todas las cuales brillaba la belleza de Dios y de su
Iglesia. Por lo tanto, pude beneficiarme de la apologética de la
belleza. Las tres modalidades de apologética apuntaban únicamente hacia
un todo armonioso: la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica,
fundada por Cristo y que forma su Cuerpo Místico a lo largo de la
historia.
–Es usted coeditor de la revista Saint Austin Review,
una “revista de cultura, literatura e ideas católicas”. ¿Hay un lugar en
el mercado hoy para algo así? ¿Cual es la idea de una revista de este
tipo?
La revista Saint Austin Review (www.staustinreview.com) intenta educar
a los católicos sobre la belleza de la Fe y proporcionarles las armas
intelectuales y estéticas que necesitan para evangelizar la cultura a través del poder de la belleza católica y de la bondad y la verdad que contiene. No hay nada igual a Saint Austin Review
y, por lo tanto, desempeña un papel crucial en la lucha para anunciar
el Evangelio al siglo XXI. Muchos de los mejores escritores católicos
han honrado con su presencia las páginas de la revista, incluido el
propio Santo Padre que, como cardenal Ratzinger, otorgó a Saint Austin Review los primeros derechos de publicación en inglés de su ensayo “Sobre la catolicidad”. Soy coeditor de Saint Austin Review desde su primer número, hace ahora once años. Lo considero a la vez un honor y una tarea de amor.
–He notado que la revista siempre es visualmente impactante e incluye preciosos ejemplos de arte cristiano. ¿Eso forma parte de su misión?
Sí, sin duda. Una revista que intenta ganar a las personas para la
verdad del Catolicismo mostrando su intrínseca belleza tiene que
encarnar esa belleza siendo bella en sí misma. La belleza del mejor arte cristiano sigue siendo uno de los testimonios más eficaces de la misión de la Iglesia en el mundo. Ese arte habla por sí mismo y remite a la belleza de la Fe que lo inspiró.
–He oído que este año va a publicarse un libro suyo sobre El Hobbit, de Tolkien. ¿Es cierto?
Sí. Terminé de escribirlo hace unos días. El título provisional es “La peregrinación de Bilbo: El cristianismo en El Hobbit” (“Bilbo’s
Pilgrimage: The Christianity of The Hobbit”) y esperamos publicarlo a
tiempo para el estreno mundial de la primera parte de la adaptación del
libro al cine realizada por Peter Jackson. ¡Es muy emocionante!
–Ha escrito tantos libros que sería imposible hablar de todos. ¿Cuál es su favorito?
Siempre me resulta muy difícil responder a esta pregunta. “Escritores conversos” es un libro que tenía que ser escrito por alguien,
así que me alegro de haber respondido a esa necesidad. Sé que ha tenido
mucha influencia en la conversión de bastantes personas, lo cual es a
la vez gratificante y motivo de humildad. También tengo mucho cariño a
mis biografías de Roy Campbell, Oscar Wilde e Hilaire Belloc.
–¿Cree que es posible que se dé hoy un renacimiento de
la cultura católica similar al que se produjo en el Reino Unido en los
siglos XIX-XX?
Sí, es posible y ciertamente necesario. El aumento actual del
hedonismo y del fundamentalismo secularista es inestable e insostenible y
se derrumbará en unas pocas generaciones. Cuando la ascendencia del progresismo comience a desmoronarse y a decaer, el mundo buscará de nuevo las Cosas Permanentes
que han dado forma a la civilización a lo largo de los siglos. La
Iglesia Católica es la encarnación de esas Cosas Permanentes. Mientras
la cultura de la muerte se va suicidando en una orgía de
autodestrucción, la Iglesia y la cultura de la vida que representa se
levantarán como un fénix de las cenizas o, más apropiadamente como
Cristo resucitado.
–Supongo que le habrán planteado muchas veces esto, pero
tengo que preguntarlo: ¿Es cierto que Shakespeare era un católico
oculto?
¡Sin duda! Al menos es cierto que era católico, aunque no creo que su catolicismo estuviera especialmente “escondido”. En mi libro “Shakespeare: una investigación”, argumento, a partir de los datos que tenemos, que Shakespeare no era un católico secreto u “oculto”, sino que más bien era considerado un católico “sin riesgo”, es decir, su catolicismo era conocido, pero no se consideraba un riesgo para la reina o el Estado.
Al principio, consideré con mucho escepticismo la posibilidad de que
Shakespeare fuera católico, pensando que no habría pruebas suficientes
para llegar a esa conclusión. Sin embargo, llegué a darme cuenta de que
estaba equivocado, porque, de hecho, hay multitud de datos, tanto
biográficos como textuales, que demuestran más allá de toda duda
razonable el catolicismo del gran dramaturgo inglés.
–Aunque suele asistir a Misa celebrada según la forma
ordinaria del rito, es usted un admirador de la forma extraordinaria.
¿Cree que el Papa Benedicto XVI también tenía en mente la apologética de
la belleza cuando permitió la celebración de la liturgia antigua en
toda la Iglesia?
Sí, él ve la fuerza de su belleza, pero también aprecia la bondad y
la verdad que hay en el corazón mismo de la liturgia tradicional. Es
bella, pero también está llena de santidad y, teológicamente, expresa
perfectamente la ortodoxia de la doctrina católica. Todo católico debería familiarizarse con la bondad, la verdad y la belleza de la liturgia tradicional.
–Usted es defensor del Distributismo de Chesterton. ¿Es
difícil defender esas ideas en los Estados Unidos, que podrían
considerarse el país capitalista por excelencia en la actualidad?
Muchos norteamericanos se muestran escépticos sobre el poder de las
grandes empresas, al igual que sobre el poder de un gran gobierno.
Muchos de ellos recelan de la globalización económica y política y de
sus consecuencias negativas y destructivas, en particular con respecto a
su impacto sobre la economía de los propios Estados Unidos. El deseo de
que se reavive y refuerce el gobierno pequeño y local, como alternativa
para las políticas de Gran Hermano y un gobierno omnipresente del
régimen de Obama, y la necesidad de reavivar un sector privado de
pequeñas empresas que contrarreste el poder destructivo de la
globalización hacen que la subsidiariedad y el distributismo sean más
atractivos que nunca. Es una gran oportunidad de evangelizar la cultura con la sabiduría de la doctrina social de la Iglesia.
–¿En qué está trabajando actualmente?
Me han encargado que escriba un libro que describa mi
conversión al catolicismo desde unos antecedentes de anticatolicismo y
política racista de supremacista blanco. El título provisional
del libro es “Una carrera con el diablo: Desde el odio racial al amor
racional” (“Race with the Devil: A Journey from Racial Hatred to
Rational Love”).